12 marzo 2015

Discusiones antes de la boda. Aquí tienes una herramienta para evitarlas

Hoy queremos compartir contigo algunas situaciones que quizás te resulten conocidas. Quedan varios meses para el día de vuestra boda; quizás uno, a lo mejor una semana, ¡o un día! y cuando habláis de determinados temas no podéis evitar poneros a discutir. Uno de los dos busca una boda íntima y sencilla y, el otro, una boda por todo lo alto. A veces parece que tampoco tenéis las mismas prioridades respecto a cómo utilizar el presupuesto: para uno (en realidad es más habitual que sea para una) encontrar una wedding planner que llene todo de detalles hermosos es fundamental, mientras que para otro lo más importante es invertir en el menú y la barra libre. El baile también es motivo de desacuerdo: ¿un tradicional vals que termine cuanto antes o una coreografía que incluya mash-ups, lip-dubs y flash-mobs variados? ¿Y qué me dices de esa lista de invitados que no para de crecer y crecer? 




Estás sonriendo; te ha pasado. Y no nos engañemos, desde fuera puede resultar bastante simpático descubrirse discutiendo por el segundo plato del menú, pero en realidad, cuando se está dentro, es un drama. ¡Si precisamente lo que vamos a celebrar es el amor que siento hacia esta persona a la que mataría con mis propias manos ahora mismo! Muchas veces olvidamos que las bodas son para disfrutar (también del proceso) y los nervios, nuestras expectativas y la presión que sentimos hacen que un detalle pueda convertirse en una declaración de guerra.

La buena noticia es que la Sra. Roto y la Sra. Descosido inauguran la Escuela “A fuego lento”, para parejas que van a casarse y quieren disfrutar de la experiencia (no sólo superarla) y para parejas (casaderas, casadas, o todo lo contrario) que quieren sacar el máximo partido a su relación. Queremos poner a tu disposición un montón de herramientas que seguro que os van a ser de mucha utilidad en el día a día y que además sabemos que funcionan. ¡Recuerda que somos psicólogas y que estamos especializadas en trabajar con parejas!
Aunque para hablar de conflictos y discusiones necesitaremos varias “sesiones”, hemos decidido empezar por la madre del cordero: la comunicación. Y no, no vamos a soltar un rollo sobre la asertividad y la empatía. Prometido. 

Ross y Rachel. Javi y Amaya
Echa un vistazo a esta escena; es el primer beso de Rachel y Ross, de la serie Friends. Si no lo recuerdas, vas a alucinar con cómo cada uno comparte esta experiencia con su grupo de amigos. 



¿Has visto cómo es la comunicación de las chicas? Llena de detalles, más indirecta, apasionada… ¡Fíjate en que lo que hacen es reunirse para que Rachel cuente su beso y celebrarlo! ¿Y ellos? Directa, sin detalles, casi plana, “al grano”, aprovechando que comían pizza para comentar el tema.
Ahora imagina que Ross escuchara hablar a Rachel en esos términos. Posiblemente se agobiaría y pensaría que ella le ha dado mucha importancia al beso. ¿Y si fuera ella quien le escuchara a él? Madre, qué doloroso sería: “no me quiere lo suficiente”, “me ha utilizado”… puedes anotar aquí otras ideas que se te ocurran, seguro que no te ha costado nada ponerte en su piel. 
No nos gustaría convertir esta escena tan divertida en una tragedia, porque ¿te parece que en realidad Rachel y Ross están sintiendo cosas muy diferentes? Nosotras creemos que no.

Vamos a llevar esta situación a la organización de una boda. Hace unos días, Amaya, la novia de una pareja con la que estamos trabajando, nos decía que a veces le parece que se va a casar sola; le da mucha pena porque no encuentra muchas muestras de interés en Javi, su chico. Cuando le habla de los meseros que van a utilizar y de una bicicleta antigua que una prima de su pueblo le va a prestar (y que, sin duda, va a quedar genial en el reportaje), él no se entusiasma. Tampoco parece sufrir demasiado porque quizás no puedan utilizar peonías en el ramo y en los centros de mesa. Y el otro día, ¡hasta dijo que hiciera ella todos los packs de bienvenida, que para eso era a quien le hacían ilusión! No hace falta que me digas lo mucho que entiendes a Amaya (y lo mal que te cae Javi). ¡Parece que es ella la única que quiere casarse!
Vía Pinterest
Como parte del trabajo que hacemos en Un roto para un descosido damos mucha importancia al soporte emocional (porque sabemos hacerlo) y tratamos de limitar los desencuentros, aumentar los encuentros y propiciar el acuerdo en pareja. Le preguntamos a Javi cómo estaba viviendo la organización de la boda y no te puedes imaginar su cara de agobio; nos dijo que LO ÚNICO que él quería era casarse. Que no entendía que su casa pareciera un bazar chino, ni por qué últimamente sólo hablaba (con) Amaya de los detalles de la boda. Y lo que era peor, no entendía en qué mundo era posible darle tanta prioridad al confeti, teniendo muchísimas cuestiones logísticas por resolver. Ahora Javi no te cae tan mal, ¿eh?
Aviso a todos los “Javis” que nos leéis: os entendemos, os queremos, queremos trabajar con vosotros.
Vía Pinterest
Seguro que puedes imaginarte además una discusión típica entre Amaya y Javi:
- Amaya le propone a Javi dedicarle veinte minutos a hablar de las flores de la boda.
- A Javi no le apetece nada (no le parece importante, de hecho) y lo que le gustaría hacer es ver una película abrazado a Amaya en el sofá. Lo que le dice es “¿Otra vez? Pero, ¿cuántas veces tenemos que hablar de eso?”
- Amaya siente que a Javi no le importa nada la boda. De hecho siente que ella no le importa a Javi. Siente que se va a casar consigo misma, pero no le dice nada a él. Le declara una guerra silenciosa que se traduce en algo así como “Vale, no te preocupes, ya me encargo yo”.
- Javi, que tiene un estilo de comunicación directo y entiende que no hace falta el sarcasmo para decir las cosas, piensa “Mira qué bien, como esto es lo que a ella le gusta, al final estamos repartiendo el trabajo de forma equilibrada. Luego me pongo yo a mirar lo del autobús”.
- Amaya se enfada todavía más cuando ve que él no reacciona: “¡Será cretino!, ¿No es capaz de ver que esto me entristece y me enfada muchísimo?” Y se va dando un portazo.
- Javi le dice desde el sofá “Oye, ¿te pasa algo?”  
- Y Amaya responde sofocadísima “¡No!”
- A lo que Javi, que es literal, contesta “Ah, qué susto, ¡pensaba que te pasaba algo!”
Y, en ese preciso instante, empieza la bronca.
Vía Pinterest
¿Cómo explicamos todo esto? Utilizando el rosa y el azul  
Piensa en un continuo imaginario donde en uno de los polos colocáramos a todas las personas que se comunican como Rachel (o Amaya) y valoran las mismas cosas que ella. En el otro polo se encontrarían todas las personas que se comunican como Ross (o Javi) y valoran las mismas cosas que él. Entre ambos polos habría modos intermedios. Si hiciéramos una fotografía del continuo, podríamos ver algo así:


Esta información tan sencilla te va a ser de gran utilidad a la hora de resolver conflictos desde ya mismo. Volveremos sobre este tema pero, de momento, aquí te dejamos diez claves que seguro, seguro van a servirte:
1. Existen dos modos de comunicarse, que vamos a llamar rosa y azul. El modo rosa implica una comunicación más indirecta y centrada en los detalles. El azul, más directa y operativa. Estos modos no sólo van  estar presentes en la forma de comunicarse sino, como has podido ver, también en nuestros intereses (y en otros ámbitos que ya te contaremos). La elección de los colores es arbitraria, pero tan gráfica que no hemos querido renunciar a ella. 
2. Los modos no tienen un solo origen, sino que están sustentados en factores biológicos, psicológicos y sociales; desde nuestras estructuras cerebrales hasta la educación que recibimos.
3. Es cierto que la mayoría de los hombres tienen un modo azul de comunicar y que la mayoría de las mujeres tienen un modo rosa; pero no es una característica directamente vinculada al sexo. Hay hombres que funcionan en modo rosa y mujeres que funcionan en modo azul (tú amiga, la que piensa que Jimmy Choo es un actor que hace películas de samuráis, por ejemplo).  
4. Aunque hay personas que tienen modos muy polarizados de comunicarse (muy azul o muy rosa), también hay otras que se comunican de una forma más intermedia (morados, malvas, lilas…)
5. Que haya modos diferentes no significa que uno sea mejor que otro; ni que tengamos que imponer un modelo único, igualitario o deseable para comunicarnos
6. Los modos son como los idiomas: el hecho de que suela comunicar en el mío y me sienta más cómodo con él, no significa que no pueda “chapurrear” el del otro. Un ejemplo clarísimo: hoy hablamos un poco de las flores en pareja para tomar las decisiones importantes y mañana tengo sesión de tres horas con mis amigas (que funcionan en modo rosa) para ver todas las flores que quiera en Pinterest
7. Ante un conflicto, lo que nos hace más daño no es lo que se dice, sino cómo interpretamos lo que se dice. La próxima vez recuerda a Ross y Rachel o a Javi y Amaya; se trata de formas diferentes de comunicarse, lo que no implica necesariamente diferentes sentimientos. 
8. La próxima vez puedes preguntarte también: ¿será que esta boda le importa poco o que, en realidad, lo de las flores le da un poco igual? Te lo aseguramos: ¡Javi está loco por casarse!
9. Una sugerencia: ante diferentes intereses y habilidades es posible repartir las tareas en función de esos factores y confiar en la decisión del otro.
10. La preparación de una boda es divertida y apasionante. No lo pierdas de vista.


¿Te ha parecido útil conocer esta diferencia entre modos rosas y azules? ¿Cuál es el tuyo? ¿Tienes alguna historia que lo ilustre? ¿Hay algo por lo que tu pareja y tú soláis discutir frecuentemente?

¡Queremos conocer tu historia!




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