Uno de
los mantras que hemos repetido hasta la saciedad durante los últimos
años
es que no hay nada peor que una boda que no eres capaz de diferenciar de
otra. A lo largo de nuestra vida, hemos asistido a un guión
bodil que se repetía de forma ineludible primavera tras primavera; verano tras
verano. Mismos escenarios, mismos colores, mismos vestidos, mismas palabras,
gestos y ritos. Hasta que un día, de repente, fuimos testigos del
cambio.
Nuestros
routers (los del Internet, no es nada metafórico) recogían señales que procedían de todo el mundo, especialmente de
Estados Unidos y aprendimos millones de conceptos. Los gustos cambiaron y
empezamos a introducir elementos novedosos en todos los espacios de nuestra
vida, también las bodas. No hace falta que pongamos muchos ejemplos;
todos lo hemos
Esta revolución estética en las bodas (lo que hemos consensuado denominar
bonitismo), ha traído consigo innumerables ventajas; nos alegra, nos inspira y
permite algo que jamás habríamos creído posible: hacer de las bodas algo
que va más allá del trámite para contar y
celebrar historias de amor. Pero a la vez, y como todo en esta vida, nos
tiende algunas trampas de las que es difícil escapar:
A
mayor información, mayor nivel de estrés. Son tantas las páginas
web, los blogs, las sesiones de inspiración, las fotografías en Pinterest,
que parecemos un grupo de niños frente a un televisor en navidad.
#Melopido, decimos. Todo. Y lo más difícil, por supuesto, no es recopilar
ideas; sino organizarlas, filtrarlas y tomar decisiones sobre ellas.
Más, más, más.
Como consecuencia de lo primero, hay muchas parejas que llegan al día
de su boda creyendo que eso del "menos es más" es un cuento chino que han
inventado las que no han tenido tiempo de devorar tantos posts de inspiración como ellas. Y que esparcen mil y un cachivaches por el lugar en el que se
organiza la boda, perdiendo el hilo argumental y, por supuesto, agudizando más
su estrés.
Consiguiendo
lo que, precisamente, queríamos evitar. También como consecuencia de lo primero, hemos universalizado tanto los elementos estéticos de las bodas que, quizás, hemos logrado lo que precisamente tratábamos de evitar: que la mayor parte de las bodas nos suenen a algo que ya hemos visto
antes en otro sitio.
La
pregunta que probablemente te estés haciendo llegados a este punto es si
es posible tener una boda realmente diferente. Nosotras no sólo te aseguramos que lo es, sino que, además, queremos proponerte algunas claves. Pero antes nos gustaría conocer las tuyas: ¿crees que hemos vuelto a las bodas "en serie"? ¿Estás preparando tu boda y sientes empacho con toda la información de Internet? ¿Qué trucos utilizas para inspirarte y organizar todas las ideas que tienes? En el próximo post te contaremos los nuestros. Hasta entonces, ¡estamos
deseando escucharte!

No hay comentarios:
Queremos saber tu opinión